Uno de los castillos medievales fortificados más impresionantes de Cataluña, España y Europa es el recinto fortificado de Cardona. Está en el centro de la provincia de Barcelona, frente a la villa medieval de toma su nombre y reposa en lo alto de un cerro para dominar el valle circundante, con un claro espíritu defensivo.
Fue edificado en el siglo VIII para servir de residencia a los Señores de Cardona, una de las familias más poderosas del Reino de Aragón; tal era su poder que eran apodados “reyes sin corona”. El conjunto es considerado uno de legados patrimoniales más valiosos de la época, su rehabilitación es espectacular y nos transporta a la grandeza de siglos anteriores, siendo considerado una parte viva de la historia de España.
El sistema defensivo hacía de Cardona un objetivo prácticamente inexpugnable: estaba formado por una red de murallas, puertas y bastiones que servían para proteger varios edificios: una iglesia, con rango de colegiata, una torre del homenaje (la Torre de la Minyona) totalmente independiente y un castillo medieval, en perfecto estado de conservación y actualmente convertido en un hotel que pertenece a la Red de Paradores Nacionales de Turismo. El Parador de Cardona ha recogido numerosos reconocimientos, por ejemplo, ha sido escogido por los por los usuarios de Tripadvisor como uno de los 10 mejores castillos del mundo en los que hospedarse.
Sin embargo, en el interior del castillo han ocurrido sucesos que han desatado una leyenda sobre habitantes de otras dimensiones que rondan por pasillos, especialmente en la séptima planta y cuyo protagonismo está acaparado por la habitación 712.
Desde 1976, año en que el castillo de Cardona pasó a ser propiedad de la red de Paradores Nacionales y se iniciaron las obras de rehabilitación, han sido muchos los testimonios de visiones, sonidos extraños y voces en las proximidades de esta habitación, que permanece cerrada al público (a no ser que alguien solicite expresamente el alojarse en ella, claro). Hasta el personal del hotel ha obtenido un permiso para realizar las labores en esa planta siempre por parejas y la fama de los fantasmas del parador ha cobrado tal importancia que hasta se le han dedicado programas de televisión, por ejemplo, Iker Jiménez le dedicó un capítulo especial de Cuarto Milenio.
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